[Opinión] Producir más y mejores alimentos bajo sistemas alimentarios sostenibles
Producir más y mejores alimentos bajo sistemas alimentarios sostenibles
Producir más y mejores alimentos para la población nacional y mundial no puede ir aislado de considerar el impacto ambiental que generan los sistemas productivos en el proceso. Es necesario que los sistemas alimentarios sean sostenibles y para ello debemos abordar la complejidad de estos de una manera holística. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define un sistema alimentario, como todos los elementos (medio ambiente, población, recursos, procesos, instituciones, infraestructura) y actividades relacionadas con la producción, procesamiento, distribución hasta preparación y consumo de estos y los resultados de estas actividades en la nutrición, la salud, el crecimiento socioeconómico, la equidad y la sostenibilidad ambiental.
Se entiende por el medio ambiente la relación que hay del Hombre y la naturaleza, los seres vivientes y las personas que en el habitan. Por ello, cuando producimos alimentos, es necesario considerar el impacto ecológico que tiene la producción, el impacto territorial como el impacto social. Los recursos no son ilimitados y en el contexto actual de cambio climático en que vivimos, cuando además enfrentamos una gran sequía es importante ser eficiente en el uso de los recursos, en el uso del agua y encontrar nuevos usos para subproductos que generamos en el transcurso de los procesos agrícolas y agroindustriales. La transformación de las materias primas genera impacto ambiental, por eso debemos considerar por ejemplo cómo reutilizamos el agua de los procesos industriales, a la vez cómo damos valor agregado a los subproductos de nuestros procesos de producción a través de la investigación y la innovación.
En el planeta hay hoy más de 800 millones de personas que sufren de desnutrición y, sin embargo, del total de alimentos producidos a nivel mundial para consumo humano, se pierde en algún eslabón de la cadena (producción, elaboración, distribución, consumo) más del 33% de los mismos, con el costo en Energía, Agua y Recursos que ello conlleva. En los países en desarrollo, estas pérdidas ocurren en los primeros eslabones de la cadena productiva, en las etapas de la cosecha, de la postcosecha, de los procesos industriales. En cambio, en los países desarrollados la merma de alimentos ocurre principalmente como desperdicios, al final de la cadena a nivel de minorista, del consumidor en el hogar o en servicios de alimentación.
A la misma vez, en el mundo hay cerca de 800 millones de personas que sufren de problemas de malnutrición por obesidad, quedando en evidencia el desbalance de nuestros sistemas alimentarios, existiendo una gran preocupación en el mundo científico, porque el cambio climático y la inequidad en la distribución de las riquezas, agravará estas diferencias sino generamos los cambios necesarios y tomamos las medidas de acción necesarias. Es un hecho que la escasez de agua provocará un aumento en el costo de los alimentos y el calentamiento global provocará un deterioro en la calidad de los mismos. Necesitamos una agricultura y agroindustria sostenible y diversificada, fomentar la eficiencia energética, utilizar formas renovables y poco contaminantes de energía, como una gestión adecuada de los recursos naturales, del agua, el reúso de aguas residuales y tomar acciones de control operativo sobre efectos no deseados de los procesos de transformación.
La contingencia actual dada por el COVID-19, nos recuerda nuestra fragilidad en este planeta y la necesidad de solidaridad, en donde vemos cómo los sectores más vulnerables son nuevamente los más afectados, incluso en las necesidades básicas como el acceso a alimentos saludables e inocuos.
Por ello, toda intensión de cuidar nuestro planeta para nosotros mismos y las generaciones futuras, no puede ir sino acompañado de una reflexión de nuestros estilos de vida y hábitos de consumo, de nuestras formas de producción, de nuestra percepción del progreso, donde se requieren cambios profundos en todos ellos, en el que el éxito no puede ser medido sólo en el ámbito económico, sino también debe ser considerado el ámbito social y el ámbito ambiental. Como ciudadanos y personas de nuestra comunidad estamos llamados a reflexionar con responsabilidad, sobre el conjunto de nuestras acciones y lo que las mismas implican para la salud de nuestro planeta, que finalmente es y será nuestro bienestar.
María Eugenia González Rodríguez
Decana Facultad de Ingeniería Agrícola
Imagen portada: africamar.com