[Opinión] Árboles, nuestro recurso no renovable más importante
Árboles, nuestro recurso no renovable más importante
Hoy en día a través de diversas fuentes y en las redes sociales es posible apreciar la enorme belleza florística de nuestro país, sin embargo, el común de la población chilena no observa con amor y la valoración que merece la vegetación que lo rodea, muchas veces ignorando incluso el árbol que esta frente a su hogar o camino a su trabajo. Chile posee altos niveles de endemismo producto de millones de años de evolución y de las barreras geográficas presentes; el desierto de Atacama por el norte, la Cordillera de los Andes por el este y el Océano Pacifico por el oeste y sur.
Dentro de las innumerables especies arbóreas que destacan en nuestra flora hay algunas familias como las Nothofagáceas (familia del roble chileno), Lauráceas (familia del lingue), y otras familias que lamentablemente destacan por poseer muy pocos representantes vivos, en estado vulnerable o en peligro de extinción como la Palma Chilena (Jubaea chilensis: Arecaceae), el Queule (Gomortega keule: Gomortegaceae), el Ruíl, (Nothofagus alessandri: Nothofagaceae), el Hualo, (Nothofagus glauca: Nothofagaceae), la Araucaria o Pehuén (Araucaria araucana: Araucariaceae), el Alerce (Fitzroya cupressoides: Cupressaceae), entre otras, y si bien los procesos de extinción son tan naturales como los de aparición de nuevas especies, lamentablemente estos se ven acelerados por procesos antrópicos, especialmente la destrucción de sus hábitats y su consumo como astillas (leña) o industria de la madera no sustentable. Estos procesos impiden su regeneración y que las especies dispongan del tiempo necesario para que los individuos puedan crecer, reproducirse y subsistir, sumado al también acelerado calentamiento global. Si se talan los bosques de especies únicas, se extinguirán para siempre, siendo una pérdida irrecuperable para el patrimonio de nuestro país y el mundo, no cuantificable en dinero.
Se estima que entre las regiones VI a IX ha desaparecido ¾ partes de la superficie de bosques, reemplazado por asentamientos urbanos y bosques de monocultivos (principalmente Pinos y Eucaliptus). A esto debemos sumarle las numerosas hectáreas que se pierden debido a incendios forestales también influenciados directa o indirectamente por el ser humano. La transformación de los bosques en tierra cultivada ha sido el proceso del cual depende el desarrollo de una civilización, pero ha llegado al punto de traer consigo un empobrecimiento irrecuperable de la flora y fauna local. La disminución en la vegetación nativa se traduce en la pérdida de materia orgánica en el suelo y su biodiversidad, falta de protección en áreas circundantes y la disminución de un importante elemento vital para todos los seres vivos, el agua.
El bosque es mucho más que un recurso económico, es fuente de diversos servicios ecosistémicos para su entorno, es un regulador de ambientes, del suelo, de ríos y lagos, de cuencas hidrográficas, nos protege de vientos y mantiene un regulado clima local, es el hogar de muchas especies de flora y fauna que conviven en armonía en un ecosistema. Casi nadie reforesta con especies nativas, no solo por su lento crecimiento ya que por destrucción de sus hábitats naturales es más difícil que vuelvan a desarrollarse. Sin embargo, diversos estudios sobre reforestación con especies nativas tolerantes y de crecimiento más rápido como el Quillay (Quillaja saponaria: Quillajaceae), Peumo (Cryptocarya alba: Lauraceae), Avellano (Gevuina avellana: Proteaceae), Olivillo (Aextoxicon punctatum: Aextoxicaceae), Boldo (Peumus boldus: Monimiaceae), Lingue (Persea lingue: Lauraceae), Maitén (Maytenus boaria: Celastraceae), entre otros, representantes de nuestros bosques esclerófilos, son adecuadas especies siempreverdes que nos otorgarán sombra y protección en verano e invierno y muchas de ellas, frutos comestibles, especies que pueden ser cultivadas y plantadas tanto en el campo como en la ciudad. Dentro de la familia Nothofagaceae está el Raulí (Nothofagus alpina), Roble (Nothofagus obliqua) y la especie siempreverde Coihue (Nothofagus dombeyi) que han dado buenos resultados y genera antecedentes para explorar nuevas especies con potencial ornamental, evitando enfermedades tanto para plantas como para las personas y recuperar la identidad de nuestra flora nativa.
En la actualidad y a futuro es importante conocer y transmitir el conocimiento sobre nuestra flora y fauna nativa, indagando un poco más nos daremos cuenta que muchas de las especies arbóreas que nos rodean son introducidas (llegando a un 80% en algunas ciudades) como el Plátano oriental (Platanus orientalis: Platanaceae, originaria de Europa), Castaña de india (Aesculus hippocastanum: Sapindaceae, originaria de Europa), Ciruelo en flor (Prunus cerasifera: Rosaceae, originaria del este de Europa), Robinia (Robinia pseudoacacia: Fabaceae, originaria del este de EE.UU), Acer (Acer pseudoplatanus: Sapindaceae, originaria del este y sur de Europa), Liquidámbar (Liquidambar styraciflua: Altingiaceae, originaria del este de EE.UU), Eucaliptus (Eucaliptus globulus, Myrtaceae, originario de Australia), Aromos (Acacia dealbata y Acacia melanoxylon: Fabaceae, ambas originarias de Australia) y Pinos (Pinus radiata: Pinaceae, originaria del este de EE.UU) este último abarca cerca del 60% de la superficie de bosques plantados y que deben ser reemplazados por especies nativas como las mencionadas en el párrafo anterior, recuperando bosques degradados y todos los beneficios que traen consigo, es el mejor regalo que podemos darnos y que mejorará nuestro entorno y calidad de vida.
Mg. Cs. Nicolas I. Villalobos V.
Académico Departamento Producción Animal
Facultad Agronomía - UdeC