Con la participación de muchos podremos construir un mapa de ruta consensuado que nos acerque a la seguridad alimentaria

El 22 de septiembre pasado la Universidad de Concepción fue sede de la VII reunión anual de ”La Unión de Universidades de América Latina y el Caribe”. En este evento participó la Dra. Natalia Ulloa M., Subdirectora del Centro de Vida Saludable de la Universidad de Concepción impartiendo una conferencia acerca de “La seguridad alimentaria en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”. En esta ocasión, Ulloa puntualizó que a solo ocho años de 2030, año meta de los ODS, se deberán hacer grandes esfuerzos para avanzar con mayor celeridad para su cumplimiento.

En  materia de alimentación el ODS2 dice que: “ Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”. A este respecto Ulloa señala que entre 702 y 828 millones de personas en el mundo enfrentaron hambre en 2021 con una alta densidad de casos en África y Latino América. Además, de los indicadores mundiales de nutriciónsolo lactancia materna exclusiva y retraso en el crecimiento entre los niños menores de cinco años han mejorado desde el año 2012. Por otro lado, y en relación con la malnutrición por exceso de alimentos energéticamente densos, las dietas saludables son cruciales, pero el informe FAO indica que a nivel mundial casi 3.100 millones de personas no podían costear una dieta saludable, de los cuales 131 millones habitan en América Latina y El Caribe​ Agrega, además, que ninguna región ha mostrado progreso en reducir la prevalencia de la obesidad en adultos ni en niños.

En un  momento histórico como el actual, en el cual sufrimos las consecuencia de la pandemia COVID-19, de la guerra entre Rusia y Ucrania, también padecemos de una Sindemia sin precedentes, que es la Sindemia obesidad-desnutrición-cambio climático, tres pandemias con causas comunes, pero con soluciones que pueden beneficiar a dos o tres de estas pandemias al mismo tiempo, señaló. Por ejemplo a nivel, nacional y mundial consumimos carne de vacuno en una cantidad muy superior a la requerida, y se trata del alimento que mayor huella ambiental posee, (23.328 g CO2 eq/kg de carne), contrariamente en Chile solo un 15% de la población consume suficientes frutas y verduras y se sabe que, por ejemplo, las manzanas poseen una huella de carbono comparativamente baja (200 g CO2 eq/kg de manzana), y que si éstas fueran cultivada y consumida localmente y en su estación tendría una huella ambiental cercana a cero. Este escenario subraya valor a las dieta territoriales bajas en consumo de carnes rojas y altas frutas, verduras, legumbres y productos marinos, como la Dieta Mediterránea, probadamente beneficiosa contra las enfermedades crónicas no transmisibles, cuyo gran distintivo es considerar valores socio-culturales, como lo son el respeto por la biodiversidad, el consumir alimentos locales y de la estación, la cultura de la cocina y el comer disfrutando y compartiendo de los alimentos, por tanto con beneficios para la salud y el cambio climático a la vez.

 

Ulloa finaliza diciendo que la seguridad alimentaria es un problema complejo y que se debe repensar nuestros sistemas y cultura alimentaria, por región, o territorio, para lo cual se debieran contemplar inversiones en investigación y desarrollo, en políticas públicas relacionadas con: la salud, la agricultura, la planificación urbana, el transporte, el procesamiento de alimentos, la comercialización y de modo muy importante la educación, para lo cual es necesario el trabajo multidisciplinario de la academia y el trabajo intersectorial con participación de gobierno e instituciones públicas, el sector privado y a la comunidad, para para construir un mapa de ruta consensuado que permita el logro sostenibilidad y seguridad ambiental para Chile y para las distintas regiones del planeta, reduciendo las brechas en hambre, salud humana y planetaria.

 

 


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